A día de hoy, Hipócrates.

Pretendemos aunar experiencias de diversos orígenes para fomentar la parte olvidada de la medicina occidental: la cabecera del paciente

jueves, 19 de noviembre de 2009

Sobre esas sensaciones. Para Mar, que las conoce bien.

Me enamoré del azul del cielo,

del mar azul, de las rosas del campo.

Me enamoré del trigo dorado,

del olor a manzana, a pino quemado.

Me enamoré de la gaviota y la paloma,

la golondrina, el abeto y del fiel perro.

Me enamoré de la libertad,

del amor, de la verdad.

Me enamoré de la sinceridad,

la valentía y la paz.

Me enamoré de muchas ideas,

de muchos anhelos, de muchas ilusiones.

Me enamoré del hombre de campo,

del hombre de mar, de todos los que pedían.

Me enamoré de todos los poetas,

pintores, equilibristas y doctores.

Me enamoré del hombre que lucha,

del hombre bondadoso, del ideal de hombre.

Me enamoré de los ojos oscuros y profundos,

de los azules por su inocencia, de los verdes por su esperanza

Me enamoré del pelo negro atractivo,

del rubio, pelirrojo y del castaño,

de las bocas, los brazos, las manos y las piernas.

Me enamoré del tuerto, el sordo,

el cojo, el mudo, el manco.


Me enamoré del jorobado,

del epiléptico, de todos los despreciados.

Me enamoré de todo lo enamorable.

Me enamoré de mi misma cuando me enamoraba.

1 comentario:

Mar dijo...

Muchas gracias! Me quedo con tu poema: con el amor a la vida!