A día de hoy, Hipócrates.

Pretendemos aunar experiencias de diversos orígenes para fomentar la parte olvidada de la medicina occidental: la cabecera del paciente

miércoles, 28 de julio de 2010

De glamour y otras historias

Ya sé que os reís de mí por esas cosas que digo, que si lo único que finalmente queda es la estética, pero si, Estética con mayúscula, diferente de esa estética constringente del día de hoy que anula bellezas y coarta personalidades. Platón lo decía: lo bello es difícil.La belleza une el esplendor con la proporción y la armonía en un amplio sentido de la palabra y probablemente cambiante con los tiempos. Y la armonía no se limita al orden de lo estético sino que se simultanea con lo ético, con el alma bella del romanticismo. Hemos perdido mucho de esto ahora.

Pero sí. ¡No hay que abandonarse! Que tiene que ver con aquello de ver la vida en rosa o no. Y léase el artículo al que lleva el enlace, que aunque miope a tope como soy, para eso de los colores no hay más posible graduación que la del ánimo...y ya sabéis, el glamour para ello, fundamental, clave, necesario, vital. Y para no abandonarse, nada mejor que un par de consejos de Imagen y más, el blog de mi amiga Carmen, con su filosofía del menos es más, aunque a veces no compartimos algunas ideas, con mi barroquismo, experiementación o hasta dejadez. También lo de no dejarse tiene que ver con cuidar nuestro cuerpo. Somos lo que comemos, somos lo que nos movemos, somos lo que pensamos y somos lo que sentimos, todo en uno, sin diferencias artificiales entre cuerpo, mente, alma, espíritu. Y como dice Muñoz García en Cine y misterio humano, lo corpóreo se confirma como lugar de manifestación de una intimidad personal.

Glamour es atreverse a cruzar el Atlántico con más de de noventa años, como Graciela Palau de Nemes, poder dar una conferencia, "tomar", que aprendió de niña en Cuba un ron con coca-cola, o como la vimos tres mojitos tras su llegada a nuestra tierra. Y sin que se le moviera un pelo del moño.


Glamour es tomarse una leche merengada en el Espejo. Y disfrutar de ese instante de recogimiento frente al dulce cremoso.

Más glamouroso es cenar con las amigas al son de temporada con las risas incorporadas ante tanta chaladura, con ese cava o vino espumoso repleto de oro que nos gustó tanto. Unas con tacón y otras, rompiendo el santo y seña de la noche, sin ellos. Sí, que lo decía Oscar Wilde, solo quien carece de fantasía no encuentra razón alguna para beber champán. ¡Es por esto que me gusta tanto!
Y esta es la segunda cena, la primera en Velazquez 40, sita en dicho lugar con ese cocktail de ostra al gin tonic que nos da ganas de volver ¡ya! La segunda, al cabo de los meses, en La Cruzada, sitio de pedigree donde Alfonso XII llevaba a sus queridas...y el resto de los aristócratas también.




Y ¡ese desayuno de parador bajo el calor de la Extremadura estival! En esa casa preparada para el frío y el calor, restaurada de Villagonzalo, con mi torre esperándome cada vez...de nuestros amigos esperándonos cada vez.





Y las incipientes copas con las hijas... al ritmo frenético de compras, risas, amores y ligoteos. Eso sí, en Torrelodones existen los mojitos sin alcohol, para abstemios o los que tengan que conducir.



Y disfrutar de la Roja en compañía de niños y grandes preguntándose la causa de tanta alegría sin par, hasta en los
que el fútbol nos trae un poco al pairo. Y por supuesto, seguir la historia de Iker y Sara .






Glamour es disfrutar de ese destello de pequeñas y grandes cosas que nos rodean en la vida, especialmente de la buena compañía y a ser posible en un entorno, que ya puede ser lo sencillo que sea, pero que tenga ese encanto especial de las cosas bonitas. Como este sonido del agua bajo el calor de mediodía en Úbeda, Jaen.




Placer tradicional: copa de leche merengada

Haciéndole un guiño a los recuerdos de mi infancia, en concreto a los gustos de mi padre, pido leche merengada. El Café del Espejo está como siempre, invitando en su pabellón de verano a disfrutar de lo que un día fue Madrid y sigue siendo.
Servida en copa, como helado de tres bolas salpicado de canela...toque de ese que nunca dicen que es de los gustos de Eros o de los que desatan el habla. Hundo la cuchara en la cremosidad casi nívea con deleite, mucho calor, gula.
Diviso a los camareros con su chaleco de smoking y pajarita yendo de aquí para allá, con cierta parsimonia; las parejas de edades varias con copas de cerveza, gin-tonic o café para amainar la sed e intercambiar lo que se han dicho tantas veces. Los grupos de amigas se decantan más por granizados de limón u horchatas.
Seis de la tarde en julio: mucho calor. El camarero refresca con la manguera el suelo agobiado de polvo. Entre el verde de los árboles de Recoletos (¿en peligro?) y las plantas en seto aparece artificialmente un paraíso que separa ese lugar recóndito del ritmo de la calle. El tráfico parece retumbar a lo lejos y unas carcajadas rebotan en mi espalda.
Pierdo mi soledad con la compañía.

lunes, 12 de julio de 2010

Einstein y la crisis


Podríamos tomar nota para muchos aspectos de nuestras vidas.