A día de hoy, Hipócrates.

Pretendemos aunar experiencias de diversos orígenes para fomentar la parte olvidada de la medicina occidental: la cabecera del paciente

lunes, 9 de noviembre de 2009

I. Del triángulo de la armonía y sus posibles utilidades.



¿Existe la armonía? ¿En que consiste? La armonía es el equilibrio de las fuerzas resultantes en la persona. Podríamos definirla como el área de de un triángulo equilátero en que su vértice superior representa las emociones, el inferior derecho a la inteligencia y el inferior izquierdo a los sentidos.
A lo largo de nuestra vida pasamos por muchas, muchas circunstancias que tienden a que perdamos nuestro lugar armónico, representado como ideal en el triángulo verde intenso. Desde nuestra más tierna infancia hay circunstancias que nos empujan a salirnos de nuestro triángulo armónico: el hermanito que nace; el chico al que no le gustas; el examen suspenso; la crisis de fe; el camino profesional diferente al imaginado; la ruptura de pareja y un largo etc. Pero tenemos un margen tolerable, ese en verde más claro, en el que nos encontramos todavía cómodos, en el que con nuestras propias fuerzas podemos volver a encontrarnos confortables.

La vida es así, una entrada y salida de la armonía a cierto grado de entropía tolerable y casi deseable-pues no deja de ser la chispa que ameniza-. Nuestros propios recursos nos lo permiten; nuestro propio carácter nos marca en qué lado vamos a estar más a menudo; las circunstancias nos empujan- en su mayoría hacia fuera. También podemos avanzar al caos, a un grado intolerable de desequilibrio. Y también podemos encontrarnos en la felicidad.

Si trazáramos una línea paralela al lado inferior del triángulo que pasara por el punto central equidistante de los vértices, definiríamos un nuevo triángulo presidido por las emociones, los sentimientos, con una fortaleza armoniosa de la inteligencia y de los sentidos: sería la felicidad, especialmente para las mujeres. Para otros la felicidad, estaría situada en otro triángulo interior al inicial, cuyos vértices se situarían en el punto central de cada uno de los lados del triángulo de partida. Sería una felicidad más dirigida a la inteligencia y los sentidos, probablemente más en la línea de aspiración de los varones.















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