A día de hoy, Hipócrates.

Pretendemos aunar experiencias de diversos orígenes para fomentar la parte olvidada de la medicina occidental: la cabecera del paciente

lunes, 9 de noviembre de 2009

Romance de la Mercromina


Cabalgando iba un jinete

por una árida llanura,

sembrada de mijo y trigo,

desierta y sin espesura.

El caballero pensaba

con dolorosa amargura

que la moza a la que amaba

era con él hasta dura.

No quería ya casarse,

pero un poco de ternura,

en un momento cualquiera,

no era una chaladura.

Estando en tales ideas

cayóse de su montura

y quedó tan mal parado

que urgente se hacía una cura.

Más por allí nadie había

y siguió hacia Extremadura

queriendo la casualidad

que encontrara a Doña Pura.

Esta era fea y sin gracia,

era una mujer muy ruda

que en el bolso que ceñía

amarrado a su cintura

guardaba allí un bote

de una muy extraña tintura.

Aplicóle el rojo tinte

cual gran y hermosa armadura

de color sangre mostraba.

Con esta andrajosa muda

presentóse el caballero

ante la excelsa hermosura

de la dama a la que amaba.

Díjole: ¡Con esa hechura

ni a una moza, ni a una gata

enamoras, ni engatusas!

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