A día de hoy, Hipócrates.

Pretendemos aunar experiencias de diversos orígenes para fomentar la parte olvidada de la medicina occidental: la cabecera del paciente

martes, 9 de noviembre de 2010

Sola en el Cairo: de sexo y libertades


Soy de una generación (esto significa que empiezo a ser "mayor") en la que tener una relación sexual con una persona (habría que añadir voluntaria) acerca tu alma a ese otro, aunque a él le resultes indiferente.
Leí esa historia de "Sola en el Cairo" en la que la protagonista había quedado con un compañero eventual para pasar una tarde de placer y sexo. Sí, una tarde para follar, así, sin más, y que el tipo en cuestión no acudió a la cita.
La cita estaba concebida, creada, deseada y disfrutada por ella en su imaginación con objeto de complacer al otro y, por supuesto, de autocomplacerse. Se suponían que ambos deberían disfrutar en extremo pornográfico. El sexo como divertimento, el sexo como placer. El sexo desvirtuado de amor, así lo pensaba ella, pero imbuido de afecto a ese compañero eventual que podría ser amigo. Sí, sí, hubiera podido ser muy, muy divertido.

Con toque de fantasía, sin romanticismo del barato, muy del siglo XXI, con experimentación. Se ofrecían alternativas de masaje, que pasaba por sueco, japonés, tailandés precedido para decantarse por el aroma de cremas y aceites. Precedido por el sabor de los pezones a chuchería o a miel para haber rememorado con lametones la escena de Cien años de soledad. La imaginación de ella, así sola en el Cairo.
El deleite hubiera ido más allá probando con los clásicos, como el francés precedido de uan cata de los productos de la tierra como Moèt Chandon, quesos varios y el unte de un foie. El griego, si hubiera sido elegido con embadurnamiento del yogur apropiado, por supuesto azucarado. Y escenas del Kamasutra rebautizadas por ella, como el italiano, con esa postura en la que ella boca abajo mira a los pies de él sobre el que está y el contempla sus nalgas...porque los italianos a menudo parecen invertidos pero no lo son. Y más.

Pero se lo perdieron, una ausencia por la banalización de un coito que se quedó sin serlo. Y ella, lo mejor que se me ocurre en imagen visual, es la cara de Bridget Jones en la bañera cuando regresa a su casa y está sola, al encontrarse a la otra con su amado en el baño, con mejor tipo que ella, más sensual, más sexy y cubiertas las partes pudendas con una carpeta de diseño. Y Bridget, destrozada, y la prota de Sola en el Cairo, más sola que antes, triste hasta el infinito.


¿Es la mujer para el hombre un agujero con patas que decía H. Miller? ¿Es la mujer que disfruta de su cuerpo para el hombre esa puta sin más? ¿No deja en muchos casos el varón de extender su siembra en aras de su propio placer, sin contemplar el de la mujer, que pasa a no poder ser su compañera? ¿Debe la mujer seguir contemplando su "virginidad" relativa para poder realizar su mejor elección? ¿Pasan, pasamos ahora las mujeres en la historia occidental por una etapa de libertad sexual, de elecciones momentáneas de hombres que pasan por nuestras vidas sin pena ni gloria dejando -o sin dejar- instantes de éxtasis? Y aún, poseedoras de esa libertad, de esa capacidad de elección, unas veces conscientes y otras no, controlando unas veces sí y otras no, descendencia y enfermedades ¿somos condicionadas, sobre todo me intriga, son condicionadas las jóvenes, por esas opiniones, creencias arraigadas en el íntimo ser de muchos hombres? La libertad sexual de la mujer ¿es ya una creencia real del hombre del siglo XXI llevada a la actitud sin menoscabar la imagen de la mujer? Me encantaría recibir respuestas y comentarios sobre este tema en el blog, sabiendo si quien contesta es mujer, es hombre y la edad.

Las mujeres desde que existen vestigios siempre han preparado su mejor vestido y su mejor desnudo para el otro, por supuesto, para ellas mismas también, especialmente las más sabias. Atraer está en su naturaleza. A lo largo de la historia se observan las cuentas de collares de hueso, brazaletes de oro, la fíbula de metal, pendientes...adornar el proceso de atracción, envuelto en los velos de la imaginación, competir por el mejor varón. Dicen también que la que más se ríe, más fértil es, dicen que esa fertilidad posible aumenta el atractivo para el hombre (no olvidar que somos animales), de ahí el éxito de las risueñas. Ya decía mi madre que "la suerte de la fea la bonita la desea", y muchas de ellas, ya se ve, pronto con el maromo, no les cuesta reírse.

Pues sí, preparar el mejor desnudo para otra persona no deja de ser algo muy íntimo. Un hecho que no deberíamos olvidar las mujeres para realizar nuestra mejor elección, pues de ello depende nuestra autoestima. Para no quedarnos solas en el Cairo, como no ocurre en Pasión en el Cairo.

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