A día de hoy, Hipócrates.

Pretendemos aunar experiencias de diversos orígenes para fomentar la parte olvidada de la medicina occidental: la cabecera del paciente

viernes, 18 de marzo de 2011

Médicos generales en el cine



Reconozco la grata impresión que me dejó en su momento la serie de televisión norteamericana Marcus Welby, despertando incluso mi temprano interés por la profesión médica. Narraba la vida diaria de un médico veterano de la antigua escuela, próximo a sus pacientes, que sufre un infarto de miocardio y se ve obligado a aceptar la colaboración de un médico mucho más joven y con ideas renovadas, más técnicas pero menos humanitarias.
Esta es la primera serie televisiva sobre médicos generales o de familia, que permanece en mi memoria. Pero antes y después se llevaron a la pantalla grande las vidas y andanzas de médicos y cirujanos, de práctica general y especializada, rurales y urbanos, hospitalarios y extrahospitalarios, investigadores y clínicos, reales y ficticios, en la paz civil y en el campo de batalla. Baste recordar ahora Sinuhe el egipcio (1954), Doctor Zhivago (1965), The Doctor (1991) o Las confesiones del doctor Sachs (1999).

Si nos centramos en nuestro tiempo presente, comprobamos la existencia de series originales que giran en torno a la medicina y los médicos, mayormente del ámbito anglosajón, que han impulsado remedos, Hispania incluida. Esta realidad suscita lo siguientes comentarios sobre series médicas hispanas y sus referentes norteamericanos. De nuevo vuelve a repetirse una carencia –o un complejo– que parece impedir la originalidad patria, dando paso al remedo con impronta propia que generalmente empeora el producto. Sucedió con Farmacia de guardia a imitación de otro título: Juzgado de guardia. Claro que habrá quien discrepe y le otorgue a aquella los máximos elogios.

Así, la serie hispana Doctor Mateo es considerada una adaptación de la británica Doc Martin. Y aprovecho aquí un comentario ajeno: la premisa es la misma, un superespecialista de prestigio en la gran ciudad que –por llegar a tener “pánico” a la sangre– acaba en un pueblo costero, en el que veraneaba de niño; allí espera tener menos presión y, a pesar de su agrio carácter, llega a desarrollar su lado más humano.

En la estadounidense Everwood también se parte de un gran cirujano de la Costa Este que se traslada al Oeste, pero en su caso a un pueblo que ya tiene un médico general, pero muy quemado; su protagonista, el Dr. Andy Brown, tras el fallecimiento accidental de su esposa –de lo cual se siente culpable– se marcha a un pueblo de Colorado que lleva el nombre de la serie.

Por otra parte, en el caso de la celebrada Doctor en Alaska (Northern Exposure) el punto de partida es opuesto (también me aprovecho de lo ajeno) y más creíble: un médico joven, el Dr. Joel Fleischman, quiere ser un especialista en una ciudad de prestigio pero se ve obligado a trabajar en un medio agreste como contrapartida a la beca de estudios que se le concedió. Su experiencia puede verse como una buena forma de formación y de conocimiento del primer nivel asistencial, fundamental y necesario.


Poco cabe decir de la hispana Médico de Familia, serie con aire de modernidad que trata de las actividades profesionales y vitales de un joven médico, supuestamente de familia, poco creíble, distanciada de la realidad, con guiones realmente endebles. Si bien podríamos considerarla original, por la imposibilidad de toda comparación exterior, dada las peculiaridades de la atención primaria hispana, no creará escuela y, por ello, no habrá de ser imitada fuera de nuestras fronteras. Quienes ejercen en un centro de salud no habrán podido verse reflejados en semejante bodrio televisivo.


Pero pensemos en positivo. Seguirán haciéndose buenas películas de cine y series de TV sobre médicos y pacientes. No sé si sobre médicos de cabecera, que quizás hayan perdido atractivo, transformada su realidad y alejados del aura de romanticismo de antaño. Lo que sí es seguro que el dolor humano nunca será erradicado y que el alivio de la ciencia médica, por mediación de los agentes activos de salud, será tenido en valor y servirá de inspiración a los guionistas cinematográficos.

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