A día de hoy, Hipócrates.

Pretendemos aunar experiencias de diversos orígenes para fomentar la parte olvidada de la medicina occidental: la cabecera del paciente

domingo, 9 de enero de 2011

Dos películas para una vocación: logopedia

Estas dos películas, ambas basadas en hechos reales, nos hablan de dos personas con verdadera vocación, con amor a sus pacientes y con tesón para superar y comprender los obstáculos que supone el hecho de mostrar un nuevo camino de curación a personas con importantes limitaciones. Una, el rey Jorge VI - imposible pensar que un rey no sepa y no pueda hablar, y otra Helen Keller, niña que nació sorda, muda y ciega -probablemente como consecuencia de la rubéola padecida por la madre en la gestación- que fue educada y enseñada a utilizar sus sentidos restantes para comunicarse con el mundo y llevada a ser persona.
Ambas películas hablan también de una confianza mutua entre el paciente y el terapeuta, la confianza de uno en la capacidad y dedicación del otro para ayudarle a salir del problema y la confianza del que trata en que su paciente puede salir del problema, un "Yo creo en tí" cualquiera.
Hablan también de ese grado de implicación del profesional que supone la asertividad, esa capacidad de generar convicción en lo que se está haciendo.
Hablan las dos de tesón, de mucho tesón, paciencia, dedicación, tiempo, constancia, perseverancia, firmeza, asiduidad, lealtad y ahínco. Por parte de paciente y terapeuta.
Brindan las dos una perspectiva de la capacidad de autosuperación. De esa superación del que se ve cada día que camina un paso. Ya dijo Confucio que el principio de cualquier camino empieza siempre con el primer paso. El rey Jorge cada día puede gritar más, puede expresar sus ideas, puede llegar a dar un discurso en un momento crítico de la historia de Inglaterra y del mundo. Helen llega a comportarse como una niña, como una mujerque sabe relacionarse con el mundo y convertirse en algo que parece fácil y natural, en una "señorita", concepto obsoleto, pero que cuando se ve la película se entienden las mínimas normas de educación y convivencia.
Ambas películas nos cuentan una historia de amor.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Realmente muy bueno! Yo he visto las dos películas y son de mis favoritas, además justo estoy estudiando Logopedia... Es cierto que se necesita mucha paciencia, pero más que admiración hacia el logopeda, el que se consigue autosuperar y el que de verdad tiene que hacer el sobreesfuerzo es el paciente, que se puede autosuperar unicamente si pone todo lo que está en sus manos. Obviamente el terapeuta también tiene que dar el 100%, pero finalmente merece la pena ver cómo gracias a alguien, que inicialmente fue un mero desconocido, otra persona puede ser capaz incluso de comunicar todo lo que quiere habiendo tenido todas las puertas cerradas (ej: el caso de la segunda película).