A día de hoy, Hipócrates.

Pretendemos aunar experiencias de diversos orígenes para fomentar la parte olvidada de la medicina occidental: la cabecera del paciente

domingo, 29 de agosto de 2010

La vida sin tacones


...y desde una silla de ruedas...al menos de forma temporal y con muletas. La verdad, una desesperación. Dependiente para todo, excepto para pensar, esperar y por supuesto, desesperar. Además, la vida no está organizada para los que llamamos minusválidos. Y la realidad no es como se pinta, con todo accesible. Te toca, y claro, ni sitio para aparcar mientras te dura el mal, pues la placa no existe ( y eso que te llevan, pues como digo, es temporal). Si te llevan, que parece que el resto está más apesadumbrado que tú ante una posible cojera ¿de por vida? Menos mal que la ausencia de escayolas, heridas y demás permite una presencia en el sol y poderse meter en el agua de esas maravillosas piscinas que posibilitan una pseudorehabilitación. ¡Y aquellos que siempre te posibilitan la felicidad! Gracias.

Los escollos, pues todos. Desde ir en la silla de ruedas y a mitad de camino encontrarte con el poste de la luz que impide el paso de la silla, con el tremendo escalón que ocasiona que la silla a la que llevan a remolque por en medio de cuestas e irregularidades del suelo-que, por cierto, hacen que las muletas resbalen- no puedas pasar y tengas que recurrir a tu pata sana para no acabar volcada en la calzada por la que los coches circulan y solo pegan bocinazos si encuentran dificultades a su paso. Por no decir de los "obstáculos" puestos por el ayuntamiento, que no carritos de coches, ni sillas de inválidos. En fin, que es vivir una odisea.
Bueno, pero como en el Museo Picasso de Málaga...te encuentras excepciones que te tratan de cine.
Además la gente no ve. Es el mayor descubrimiento, ni capa de Harry Potter, ni conjuros mágicos. No hay más que ir en una silla de ruedas, para que no te vean, no se está a la altura. Quiero decir, de la vista de la gente.

Otra cosa que descubres, tras estar muuuuuuuuuuuuuuuucho rato en compañía de los infatigables que están siempre a tu lado (las muletas, la silla, el libro...maravilla de Rojo y Negro, quien cristalizara de nuevo) es nuevas perspectivas...de tí misma.

Hay que buscarse un amante

...es el título de un artículo subido por Soledad y publicado por Jorge Bucay, psicodramatista y terapeuta gestaltico argentino, famosos por sus libros de autoayuda en forma de cuentos, muchos de ellos que llegan fácilmente, otros con un toque empalagoso.
En cualquier caso, esto de buscarse un amante tiene su gracia, por lo aparentemente escandaloso y provocador. Os invito a leerlo sin desvelaros su final.
¿Os atrevéis a tener un amante? ¿Lo tenéis ya?